jueves, noviembre 26, 2015

Leído: Rashômon de Ryunosuke Akutagawa.





Los cuentos incluidos en el libro se escribieron a principios del siglo XX (1915-1922). Akutagawa fue un escritor muy extraño, atormentado y de estilo extravagante para su época cuya producción literaria se puede describir como “neorrealista”, sus cuentos tiene una fuerte carga ética y moral. Es de notar que la película “Rashômon” de Akira Kurosawa se basó en sus cuentos“Rashômon” y “En el bosque”. Akutagawa terminó suicidándose en 1927. Los cuentos son:
















* Rashômon.
Estamos en el medioevo japonés, justo en una época de pobreza y desesperación: Tokio ha sido golpeado por un terremoto, un tifón, sequía y la consiguiente hambruna por la destrucción de las cosechas. Un pequeño santuario conocido como Rashômon ha quedado en el abandono y el olvido debido a la emergencia y pobreza social que se vive. Toda madera extraible ha sido robada para ser vendida como leña, el lugar es usado como refugio y escondite para ladrones y asesinos y como no es vigilado, amontonan ahí a todos los cadáveres de las personas que asaltan y asesinan. La narración se centra en un exsirviente de samurai que acaba de ser despedido debido a la pobreza generalizada. Empieza a pensar que su única salida es convertirse en ladrón, idea que le causa repulsión moral. En ese momento oye ruidos en el montón de cadáveres, se asoma y ve a una anciana que le está desprendiendo el cabello, pelo por pelo, al cuerpo de una mujer. Inundado por un asco moral casi indecible, el exsirviente se planta frente a la anciana y le empieza a reclamar por su robo. La anciana le explica que en vida fue una mala mujer, y ya muerta está bien que ahora le robe el cabello. El exsirviente lo piensa un poco y le dice “entonces, no te importará que te robe ¿verdad?” y le roba lo único que lleva: el kimono, dejándola completamente desnuda en el oscuro y húmedo Rashômon. El cuento termina con el exsirviente, ahora ladrón, alejándose rápidamente en medio de la oscuridad.

Ladrón que roba a ladrón ¿tiene 100 años de perdón? ¿Y si otro ladrón le roba al ladrón de los 100 años de perdón? ¿También tiene otros 100 años de perdón o algo así? ¿No sería mejor tomar en cuenta que pensar así lleva a la disolución social y la decadencia moral?

* La nariz.
Otro cuento extrañamente ético y sutilmente moral. Todavía en el Japón medieval, ahora en un
templo budista, el monje de más alta jerarquía también se distingue por su nariz descomunal. De 16 cms y que le llega hasta debajo del mentón, es un incómodo colgajo de carne que le hace sentir atrozmente ridículo. El monje trata de averiguar por todos los medios posibles cómo reducir el tamaño de su nariz hasta que un día se entera del remedio de un médico chino para reducir narices grandes: el remedio es simplemente hervirlas y pisotearlas hasta que alcancen el tamaño deseado. Con la ayuda de uno de sus discípulos aplica el remedio a su nariz y, efectivamente, reduce su tamaño. Pero a los pocos días el monje empieza a notar algo: todos los que tratan con él se ríen a sus espaldas. Los de más alta jerarquía lo tratan con cortesía y deferencia, pero a su espaldas emite risillas apagadas y apenas contenidas. Sus discípulos y gente de menor jerarquía social de plano estallan en carcajadas apenas él les da la espalda. Insoportablemente mortificado, empieza a desear fervientemente que su nariz regrese al tamaño descomunal que tenía antes. Y un día amanece otra vez con su nariz descomunal. Akutagawa hace una sutil (muy sutil) sugerencia de que el remedio del médico chino sólo fue temporal. En realidad esto no importa, creo que lo importante es la sutil lección que nos deja: ¿realmente queremos lo que deseamos? Si tenemos algún defecto (físico, moral, intelectual), ¿nuestro deseo realmente es corregirlo? ¿Y si estando “normales” nuestra vida es peor? Ya lo dijo Gandalf el Gris: “ni los más sabios saben a donde llegan todos los caminos”.

* En el bosque.
Este es el cuento en el que se basa la trama principal de la película de Kurosawa: En un claro del bosque se ha cometido un crimen. Un campesino encuentra el cadáver de un hombre, un samurai. El Kebushi junta a varios testigos y personas involucradas con el crimen: el leñador que encontró el cuerpo, un sacerdote budista que vio al samurai y su esposa en la mañana, antes del crimen, el policía que capturó a Tajômaru, el bandolero que asaltó y asesinó al samurai, la suegra del samurai, es decir, la anciana madre de la esposa de Takejiro, el samurai, de nombre Masago, y al propio bandido Tajômaru; también se incluye la declaración de Masago, la esposa,que se refugió en el Templo Shimuzu y por último, la de Takejiro, el samurai muerto, en boca de una medium. Los testigos tan sólo describen las circunstancias que los relacionan con el crimen. Cómo el leñador encontró el cuerpo, cómo capturó el policía a Tajômaru, los datos acerca del samurai y su esposa que da la anciana; pero lo principal es la versión de los hechos que cuentan los involucrados: aunque los hechos son lo mismos, cada uno relata los hechos según su punto de vista. A diferencia de la película, en el cuento no hay conclusión ni una segunda versión del leñador; solamente queda como ejemplo de que la verdad se relata según la perspectiva de cada uno de los testigos.

* Kesa y Moritô.
Más que un cuento, una narración bastante extraña. Personalmente la tomé como una sutil crítica al rígido sistema de jerarquías y actitudes sociales que rigen aun hoy en Japón. Moritô es un hombre que un día ve a Kesa, una mujer casada y la convierte en objeto de sus fantasías sexuales; el deseo llega a ser tan intenso que la seduce y la posee. Pero una vez satisfecho su deseo, Moritô se da cuenta que Kesa no es una mujer valiosa, ni admirable, y por supuesto no está enamorado de ella; ni siquiera quiere ser su amante. Pero, por alguna razón, tiene que seguir con ella, hacerla su pareja e incluso asesinar al esposo de Kesa, cosa en la que ella está de acuerdo, por las mismas razones que Moritô, esto es, sin saber realmente el porqué. Tampoco ama a Moritô, y está plenamente consciente que él tampoco la ama. Su desliz con Moritô fue una simple travesura, y ahora que ya satisfizo su curiosidad, solamente le queda seguir el camino socialmente aceptado. La primer parte del cuento es el monólogo de Moritô, explicando toda su extraña historia, con sus reflexiones e introspecciones. Y la segunda parte es el monólogo de Kesa, también narrando los hechos desde su perspectiva, exponiendo sus sentimientos y reflexiones.

* El biombo del infierno.
Este relato está estructurado como crónica más que como cuento, es el más extenso y, al igual que el relato “ Kesa y Moritô”, destaca más por las descripciones del Japón medieval y su rígida estructura social. Se nos anuncia que la anécdota principal del relato es la que relata los hechos del biombo del infierno, pero para poderla apreciar y entender se deben narrar las anécdotas que dan contexto a la historia, sus personajes, actitudes, ideas, etc. Todo ocurre en el castillo de un señor feudal, el señor de Horikawa; hombre admirable y de gran carácter. En el relato se cuenta la vida y el carácter del pintor Yoshihide, encargado de pintar el biombo. Este pintor, huraño, perverso y solitario tenía solamente dos cosas que le importaran en el mundo: su arte y su hija, afable, simpática y tan diferente a su padre que ganó el afecto del señor de Horikawa. Una de las características más extrañas y extravagantes del pintor Yoshihide era su gusto por lo extraño, lo grotesco y lo feo: pintaba a las figuras religiosas como si fueran vagos, mendigos, prostitutas, etc., pero tenía un gran talento y sus pinturas y dibujos muy apreciados. Después de algunas anécdotas y narraciones donde el autor establece la forma de ser de Yoshihide y su hija, llega la historia final: el señor de Horikawa encarga a Yoshihide pintar un biombo que represente el infierno, el biombo del infierno, dado que está al tanto de sus aficiones y talentos. Pero sucede que Yoshihide tiene que ver escenas muy parecidas a sus escenas infernales para poderlas pintar con maestría, así se narra como Yoshihide tiene una caja llena de serpientes y consigue un búho amaestrado para que simule un ataque a uno de sus pupilos, entre otros incidentes y anécdotas, hasta que lega a la escena final: una lujosa carroza que cae contra el piso envuelta en llamas con una dama aterrorizada en el interior. Yoshihide quiere ver algo así para poder pintarlo y terminar su biombo del infierno. El señor de Horikawa accede a desbarrancar su carroza e incendiarla con una dama dentro para que Yoshihide pudiera ver la escena y pintarla. Cuando todo está listo, Yoshihide se da cuenta que la dama en la carroza es su hija. Al principio mira con horror e impotencia, pero después observa con fascinación cómo cae la carroza desbarrancada en llamas y con una dama aterrorizada dentro. Al final, Yoshihide termia su biombo del infierno, entrega su obra maestra y se suicida colgándose de un árbol. ¿Enseñanza moral? ¿El relato es admirable por sus retratos del Japón medieval? Yo no lo sé y creo que aquellos que lean “Rashomôn y otros cuentos” podrán tener diferentes perspectivas de la literatura de Akutagawa.

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